La lluvia ha perdido la batalla con la calima, que envuelve al público arremolinado en la entrada del Teatro de Tías. Esta noche cuentan Antonio López y Gorsy Edú en una función doble y complementaria. Dos pasiones idénticas. Dos estilos diferentes. Del efecto mariposa al ritmo de la vida. Destino final: las palabras que cambian el mundo.
Fondo negro, ropa negra y una voz que estrena la velada, con esa fuerza crepitante que tienen los narradores que se alimentan de las reacciones del público. La voz del grancanario Antonio López nos sitúa cerca del día de los finaos y cuenta una historia sobre la simultaneidad de las cosas y la herencia recibida. La suya procede de su abuela Juana, que le enseñó a construir una mochila para llevarse los cuentos con él y a vencer a la oscuridad repitiendo en alto su nombre.
“Cada pieza que se ha movido para que esto suceda es importante”, dice al referirse a Palabras al Vuelo. “Estoy orgulloso de lo que se ha hecho en Lanzarote por la narración oral”, añade. Antonio nos guía con naturalidad por un espectáculo que teje con historias, una línea de investigación personal sobre la teoría del caos y mucha cercanía.
La honestidad es un ingrediente fundamental y amalgama Palabras como mariposas. Los nervios del narrador, su evolución desde la primera vez que contó en Tías, su interés por los diminutos hechos cotidianos y sus fascinantes consecuencias en un mundo conectado mucho antes de que existiera internet.
Una gran responsabilidad
Un sólo grano de azúcar puede cambiar una solución química, de la misma forma que unos buenos días bien dados pueden tener efectos en todo el planeta. «No somos conscientes de la gran responsabilidad que tenemos».
Su abuela sabía que con las palabras se podría cambiar el mundo y volver a casa con avituallamiento para un mes. ¿Los sabemos nosotros?
Antonio nos lo transmite con registros de mil y un colores que extrae de su amplio fondo de armario. Una pareja consolidada «por culpa de una jodía piedra», una fábula sobre la impronta de nacimiento, bostezos que se bifurcan en Argentina y que terminan salvando la vida de un niño en África… El mundo, conectado por sus cielos de colores y los seres que lo habitan, se le queda chico a la palabra.
El tiempo y el tempo: el ritmo de la vida
Gorsy Edú es fuego y ritmo desde el primer segundo que pisa el escenario. Incluso antes: cuando sus tambores, kalimbas y balafones le esperan en silencio. El Percusionista es un espectáculo total: una narración sobre la cultura africana, sobre el ritmo de la vida, sobre el poder de la palabra.
El hilo conductor es la música. Cánticos tradicionales africanos. Nanas, canciones de iniciación, trabalenguas, canciones que anuncian nacimientos y muertes… “En África hay música en todo”. En la gotas de lluvia que caen de las ramas, en las olas del mar…
El canto, igual que el llanto, «surge cuando no podemos expresar con palabras lo que llevamos dentro». En África la música es indispensable en la fiesta y en el dolor.
A los cuatro elementos conocidos -tierra, fuego, aire, agua- en África añaden un quinto: el ritmo, que empieza con el primer latido del corazón. Gorsy, consciente del poder de cada palabra, interactúa constantemente con el público, entregado a su historia desde el principio, acompañándole en los coros, respondiéndole, presente siempre.
«Quien tiene un abuelo tiene un tesoro», repite Gorsy y repite el público, asintiendo con una sonrisa. El suyo le enseñó que la observación es fundamental para la vida. «Si observas te darás cuenta de que el peligro está en el pueblo no en la selva”, le dijo de pequeño. En el pueblo está el ser humano, capaz de lo mejor y también de lo peor. Los aplausos interrumpen brevemente para subrayar la verdad.
«Las palabras en todas las lenguas tienen ritmo y melodía», cuenta Gorsy, que aprendió castellano en su Guinea Ecuatorial natal, esa que le construyó y cuya cultura nos trasmite hoy a cada canto, a cada palabra, a cada toque de tambor, con rimas consonantes con las palabras importantes. La infancia, la búsqueda, un viaje de dos años a la Europa prometida.
El percusionista es el viaje de una vida y la esencia de una tierra, África, de la que procedemos, de la que nos quieren alejar y que jamás abandonaremos. Muere la última nota en el tambor, las butacas arden y suena un intenso aplauso del público, que no puede quedarse sentado y despide a Gorsy en pie, en volandas, por todo lo alto. 🙂