Noche otoñal en Lanzarote Art Center, el espacio artístico de una familia de creadores lanzaroteños: Rufina Santana, Paco Curbelo y Néstor Curbelo. No hace falta buscar el número 155 de la calle Los Reyes: la iluminación, el bullicio que asoma por el jardín y un reguero de gente caminando en la misma dirección señalan el lugar.Las entradas para Arte, amor y palabra, un espectáculo apoyado por el área de Turismo del ayuntamiento de San Bartolomé, se agotaron con velocidad. Los espectadores se saludan y dejan el jable para entrar en la sala, un espacio de techos altos, cuadros de gran formato, cristaleras, madera y una pared de piedra volcánica.
Hoy, todas las miradas se dirigen al centro de la sala, ocupado por un pequeño escenario de madera rotulado con el nombre del festival que acoge Lanzarote Art Center: Palabras al Vuelo. Sobre las sillas: una flor blanca con la que los recién llegados juguetean, o prenden en el pelo, o en el ojal de la chaqueta.
Hoy es un día especial. Hoy hablamos de «eso que eriza la piel» y genera trastornos polisémicos. Esta noche, la narración oral para adultos navegará por los procelosos océanos del amor, la sexualidad y el erotismo.
La narradora tinerfeña Isabel Bolivar nos invita a dejar atrás esta tierra que pisamos, bajo un «cielo inmenso», entre unos «volcanes como flanes», para emprender un viaje por el mundo entero. Así empieza Cuentos cardinales y otros carnales, una trenza de cuentos de autor adaptados, hilvanados y pasados por el filtro, emocional y racional, de la narradora.
La aventurera Racha es la protagonista de una epopeya dirigida por una brújula muy singular. Durante su camino, se activará varias veces su «polea del deseo». Con dulzura y suave bamboleo, la voz de la narradora nos desliza por los cuatro puntos cardinales, nos explica la ley de las margaritas y desoja para terminar una de ellas. Una con un montón de oportunidades, pero que acaba diciendo «no».
Entre función y función, suenan los temas de Malpeijazz Band (clarinete, contrabajo, percusión, guitarra, flauta y acordeón) y se riegan las opiniones y los encuentros con vinos de la tierra, cortesía de la Denominación de Origen de Lanzarote.
Al poco rato, Boni Ofogo se presenta sobre el escenario prometiendo una incursión en el erotismo africano, una función en la que comprenderemos «el verdadero sentido de la sexualidad de los africanos». Su sosegada voz fluctúa como un río. Empieza a rodar con calma, situándonos en un tiempo en el que hombres y mujeres eran ajenos los unos a los otros. Ellos, seres estrafalarios. Ellas, criaturas con dos bultos. Su proceso de despertar sexual y de conocimiento se relata con metáforas de néctar y frutos dulces. Deteniéndose, moviéndose suavemente, abriendo mucho los ojos… Así se suceden los profesionales del arte amatorio y los deseos nocturnos prohibidos, todos caracterizados por momentos paradójicos y cómicos como la vida misma.
Boni enlaza las historias con transiciones de opinión y realidad. Uno de sus cuentos nos traslada hasta el imperio mandinga, igual que hace la kora de Toumani Diabaté. Antes: un dato. En tiempos de los imperios africanos, antes de la colonización, «África estaba más unida que hoy», afirma Boni.
Otro dato: hoy entre la televisión y el estrés, tocarnos es, cada vez más frecuentemente, un verdadero milagro. Por eso, además de recordar nuestro origen común regalando semillas de baobab, el narrador camerunés hace «un llamamiento histórico». Sencillo, pero complejo: «Hagamos de este mundo un mundo amable».